En la actual guerra entre el FOMO (fear of missing out, que significa “miedo a perderse algo”) y el estado de flujo, el uso excesivo de teléfonos inteligentes se ha consolidado como uno de los puntos críticos más polémicos en la escena mundial de la música electrónica dance.
Una reciente investigación de Heineken muestra que el 60% de los jóvenes de la generación Z y millennials en el Reino Unido, EE. UU. y Países Bajos creen que disfrutarían más de los conciertos si se desconectaran de sus dispositivos. A pesar de esto, el 55% admite que prefiere grabar y tomar fotos durante el evento en lugar de vivir el momento plenamente, aunque solo el 13% de ellos vuelve a ver esos videos alguna vez.
Esta investigación dio como resultado una nueva aplicación lanzada por Heineken: “The Boring Mode”, que intensifica el esfuerzo más amplio de la industria por equilibrar la integración tecnológica con la autenticidad preservada.
El objetivo es devolver la experiencia auténtica de la pista de baile al desactivar temporalmente las funciones más distractoras del teléfono, como aplicaciones, notificaciones y la cámara. Aunque algunos consideran que grabar y compartir es fundamental en la cultura musical moderna, Heineken propone un equilibrio: una desconexión voluntaria sin eliminar por completo el uso de dispositivos.
Barry Can’t Swim se une a un grupo de reconocidos artistas y locales de música electrónica que buscan limitar el uso de teléfonos inteligentes en la vida nocturna. MEDUZA y James Hype han lanzado una campaña para “preservar la autenticidad” de la cultura de club, señalando el exceso de grabaciones, y Wavedash ha pedido a sus seguidores cubrir las cámaras de sus teléfonos con pegatinas que digan: “¿Redes sociales? No, gracias”.
Y sabemos que sin teléfonos, la energía es definitivamente diferente: la gente está más conectada en la pista de baile.
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