Ya vimos el live-action de Lilo & Stitch y sí: es mucho mejor de lo que esperas.

Lo confieso: fui al cine esperando salir con una lista de cosas que odiar del live-action de Lilo & Stitch. Pero salí llorando, sonriendo y, sobre todo, feliz de que esta vez Disney sí lo hizo bien.

Hay live-action que se sienten innecesarios y hay otros que, aunque no superan al original, sí logran tocarte el corazón. El live-action de Lilo & Stitch, que llega a cines este fin de semana, se queda justo en medio. No es perfecto, pero sí tiene momentos que te van a hacer llorar (otra vez) y que le hacen justicia a esa palabra que todos llevamos grabada desde 2002: ohana.

La película no solo es fiel al espíritu de la original, sino que le agrega capas emocionales nuevas. La relación entre Lilo y Nani es igual de poderosa, y aunque hay un giro importante en el final (sí, ese donde Nani toma una decisión distinta), la forma en que lo manejan no se siente traición, se siente evolución. Y eso ya es ganancia. Literalmente, sigue siendo ese desastre adorable que arruina todo… y lo arregla con amor.

Maia Kealoha, quien interpreta a Lilo, se roba toda la película. No es fácil reemplazar una voz tan icónica, pero lo logra con una mezcla de ternura, humor y mucha fuerza emocional.

La película sí honra la cultura hawaiana: hay locaciones reales, actores locales, incluso se siente más cuidado en los detalles que otros live-actions de Disney. La música es una joyita: Elvis sigue presente, pero también hay nuevas versiones como Hawaiian Roller Coaster Ride cantada por Iam Tongi, y uff, esa sí se te mete.

¿Vale la pena verla?
Si amas a Stitch, sí. Si creciste con la original, te vas a emocionar… pero también te vas a cuestionar si era necesario cambiar algo que ya funcionaba.