En un mercado de Río de Janeiro, el pescador Pedro Canízio vio por primera vez un bolso hecho con la piel del pez que él captura. El precio: más de 5.000 reales (≈ US$918). Mientras tanto, él obtenía unos 11 reales por kilo del pescado. Esa brecha marca la tensión entre lujo y subsistencia.
El pirarucú, conocido también como arapaima, puede pasar los dos metros de largo y pesar más de 200 kilos.

Reglas ambientales que abren y limitan su uso
Décadas atrás, el pirarucú estuvo al borde de la extinción. Como respuesta, Brasil impuso una veda total hacia fines de los años noventa, que se levantó en 1999 con fuertes controles. Ahora solo se permite capturar el 30 % de los adultos por región para que las poblaciones se regeneren.
Las comunidades locales tienen el permiso de pesca en zonas reguladas, pero deben patrullar lagos y denunciar pesca ilegal. La pesca se limita a ciertos meses del año.

Piel vs. carne: dónde está el valor agregado
La mayoría del valor monetario en la cadena proviene del tratamiento de la piel: lavado, teñido, secado, curtiduría. Un estudio de Operação Amazônia Nativa (Opan) de 2018 señala que solo el 5 % del procesamiento involucra a asociaciones comunitarias; el 95 % queda en pocas plantas industriales.
“Es difícil aprender a trabajar con las pieles”, dice Cristina Isis Buck Silva, del Ibama, sobre la necesidad de equipos y conocimientos técnicos para procesar correctamente.
Para muchas comunidades, el pirarucú se ha sumado a otras actividades para sostener ingresos: agricultura, pesca local o apoyo social estatal.

Desafíos ambientales y sociales que esta moda enfrenta
Uno de los retos es la pesca ilegal: desde 2000, Ibama ha impuesto más de 1,000 multas por captura o transporte no autorizado de pirarucú, pero admite que sus recursos son limitados para cubrir toda la región amazónica.
El mercado es muy concentrado: pocas plantas dominan el procesamiento. Esto deja poco margen para las comunidades locales en los ingresos finales.
Si esta actividad no brinda una remuneración justa, muchas familias amazónicas podrían recurrir a otros medios económicos menos sostenibles para sobrevivir.
